El suelo es, por
principio, el sitio donde van a parar gran parte de los desechos sólidos y
líquidos de cualquier actividad humana. Indiquemos no obstante, que los suelos
son también el receptáculo de los deshechos no deseables de origen geológico,
por ejemplo, de las aguas ácidas con metales pesados provenientes de
mineralizaciones sulfuradas aflorantes.
Todo lo que no es
de utilidad en los procesos industriales, mineros, urbanos, agrícolas, etc., se
acumula en el suelo, en general sin mayores precauciones. Con ello, la
escombreras mineras, los productos producidos en una fábrica, muchos desechos
líquidos, se han venido depositando sobre los suelos sin control alguno a lo
largo de siglos e incluso milenios (recordemos los desechos urbanos y mineros
de la Roma clásica).
En definitiva, las
actividades industriales y mineras por un lado, y las agrícolas por otro, han
dado origen al problema de que muchos productos de origen humano, o formados
gracias a las actividades humanas, han ido a parar a los suelos, generando a su
vez otros problemas: la contaminación de aguas subterráneas, la bajada de
productividad agrícola, la contaminación de cultivos, y el envenenamiento de
ganado, afectando de forma directa, y en mayor o menor grado en casa caso, a la
economía y a la salud humanas.
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